11.11.12

El fujimorismo norteamericano

Pese a las innumerables diferencias que uno encuentra entre el proceso electoral americano y la política peruana, no dejan de haber semejanzas que vale la pena subrayar. Una notoria es la manera en que las derechas de ambos países se han dejado capturar por el anti-intelectualismo y el anti-academicismo (en el Perú, mucho antes que en Estados Unidos).

En Estados Unidos tenemos el secuestro del Partido Republicano en manos de sus alas extremistas, sobre todo, notoriamente, el Tea Party, una aparente alianza de micro-grupos que germinó inicialmente bajo la máscara de un movimiento popular --a grassroots movement-- pero que claramente ha devenido en un disfraz para intereses económicos gigantescos y ha enarbolado un discurso que hace tiempo pasó del patriotismo al nacionalismo y de inmediato a la xenofobia, de la reivindicación doméstica al militarismo imperial y del conservadurismo religioso al desplante reaccionario.

Cuando, durante la campaña, Barack Obama habló del ideal de dar a todos los jóvenes americanos la posibilidad de cursar estudios universitarios, Rick Santorum, uno de los candidatos presidenciales republicanos, comentó, simplemente: "What a snob!" En otro discurso señaló que los republicanos debían comprender y aceptar que siempre la gente más solvente en lo intelectual ("smart people") estaría del lado de los demócratas. En la campaña para elegir senador en Massachusetts, Scott Brown, el candidato republicano (finalmente derrotado), pasó dos años burlándose de su rival, Elizabeth Warren, porque esta era una académica de Harvard. ¿El insulto preferido? Llamarla "professor".

Cuando uno de los principales asesores de campaña de Mitt Romney declaró: "no dejaremos que aquellos que corroboran la realidad de los hechos dicten nuestra campaña", las cosas quedaron más claras que nunca: el anti-intelectualismo republicano está estrechamente conectado con su intención de desconocer los datos de la realidad para inventar una relalidad paralela, sobre la cual sea imposible discutir racionalmente.

En un debate público, otro líder republicano dijo que eso de andar confirmando si las cosas que los políticos de la derecha dicen son verdaderas o falsas es inútil, porque, sostuvo, en la lógica del imperio los que tienen la sartén por el mango no están sujetos a la realidad, sino que la van transformando como quieren. "Para cuando ustedes corroboren si algo es verdadero o falso en el mundo, nosotros ya habremos creado otra realidad".

Esa relación ilusoria con la realidad, que clausura las conexiones entre el mundo y los discursos sobre el mundo, es lo que permite al ala extrema del movimiento conservador, y a la reacción, el Tea Party, promover discursos como aquel que sostiene que el cambio climático no existe, pese a las innumerables confirmaciones científicas, o aquel otro que asegura que el creacionismo y la interpretación literal de la Biblia como explicación para el origen del universo son más relevantes y verdaderos que todo el conocimiento científico acumulado sobre el tema, y por lo tanto deben enseñarse en las escuelas, en vez de enseñar las tonterías de los expertos.

El rasgo más constante de la derecha peruana es la negación de la realidad. Documentos objetivos producto de investigaciones minuciosas como el Informe final de la Comisión de la Verdad le resultan inquietantes y belicosos. Cualquier intento de introspección nacional lo llama pro-senderismo. Al deseo de investigar el pasado le opone el deseo de enterrar el pasado: antes que la memoria, propone la amnesia; antes que la justicia, la amnistía; antes que el castigo a la inmoralidad, la absolución a ciegas y el indulto. Sus objetivos políticos --que son indeferenciables de los objetivos de cualquier banda criminal-- le dan carta blanca para agredir y menospreciar algunos de los frutos más cruciales de la razón contemporánea, como la idea de la universalidad de los derechos humanos.

La censura, el negacionismo, el olvido del pasado, la persecución contra entidades académicas: todas esas actitudes (en las que el fujimorismo se confunde con la cúpula de la Iglesia Católica), convertidas en consigna y defendidas con beligerancia, comparten un mismo espíritu: el rechazo a la reflexión, la reivindicación de la ignorancia y la arbitraria redefinición de la realidad.

Y, por cierto, esto que digo no son cosas abstractas y lejanas. Uno puede confirmarlas cada día, cada vez que una muestra de arte es castigada sin ser siquiera vista, cada vez que un político corrupto es reelecto como si entre él y su pasado no existiera relación alguna, cada vez que un nuevo elemento del mundo es transformado en una versión aberrante de sí mismo y las torturas se vuelven "autotorturas"; los asesinatos se transforman en "excesos"; las mujeres no son esterilizadas contra su voluntad sino "sin su voluntad"; los progresistas, los socialistas e incluso los liberales son rebautizados como "caviares" (incluso los que viven en una casita modesta de cualquier barrio marginal); los homicidas masivos son "patriotas"; los reaccionarios más cavernícolas se hacen llamar "liberales" y los antiguos propagandistas de la dictadura se convierten en "referentes" del periodismo en vez de ser investigados por él y desterrados de él.

¿La respuesta fujimorista a cualquier reivindicación de la inteligencia? La llaman "elitismo", "academicismo", exactamente igual que el Tea Party americano. La describen como un ataque contra el alma del pueblo, una actitud desdeñosa contra el sentido común popular. (Y también para cualquier moral que tenga un cierto aroma a ilustración tienen un nombre diferente: "moralina". Y entonces no existe una moral progresista: sólo existe "moralina caviar"). Como si algo en el carácter de un pueblo fuera abolido por la reflexión, la razón y el ejercicio de la racionalidad. La verdad tiene esos mismos elementos pero su concatenación es distinta: el fujimorismo, la derecha peruana, como la americana, desean la propagación de la ignorancia, quieren un pueblo que acepte cualquier sucedáneo de la verdad en lugar de la verdad. ¿Por qué no existe un pensamiento fujimorista? Porque el fujimorismo es enemigo del pensamiento, en general.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca he visto a un intelectual de izquierda enfrascarse en una discusion academica o filosofica con uno intelectual de derecha. El debate en las universidades consiste en profesores de izquierda dando conferencias, exparsiendo sus ideas en los estudiantes.

Entonces las universidades no son pues centros de debate, donde todas las ideas son representadas. Hay un sesgo enorme.

Mira la plana de profesores de sociologia en la PUC y dime si es que estan representadas todas las teorias sociales.

En las universidades gringas los mismo.

Jorge Luis Valverde Oliveros dijo...

Consulta. Creo que el fujimorismo fomenta y se aprovecha del prejuicio que dices respecto a lo académico, intelectual o simplemente cualquier tipo de reflexión mínima. Lo hacen por pendejada política, efectivamente. Pero mi pregunta es ¿cuánto también han hecho y hacen los mismos académicos o intelectuales para corroborar ese prejuicio?, ¿qué ha pasado cuando uno de esos intelectuales ha ingresado a política? O no sólo eso, ¿de qué forma muchas veces lo hacen desde sus columnas de opinión? Y se suponen que conocen la realidad mejor que los primeros que sólo van, como decía, por su pendejada política.

Jorge Valverde